Era tarde en la noche -no recuerdo la hora -, el era una de esas personas con las que uno dice “me estoy muriendo de sueño pero me quedo hasta que se duerma” y eso que no era la primera vez, pero es que era como un misterio que había que resolver, cada vez me daba cuenta de cosas que no solo me sorprendían a mi, a el le sorprendía el hecho de querer contármelas, porque hasta ese momento éramos unos completos desconocidos, hablando como si fuéramos conocidos de toda la vida, pero no se confundan, el era como la luna, tenía un brillo cautivador, pero solo para mirarlo de lejos.
Y es que tenía un alma de esas difíciles de entender, incomprendida, tal vez un poco complicada y el único error hasta ese momento, era que el estaba buscando las estrellas en el cielo equivocado, quería felicidad, pero la buscaba justo donde la había perdido, creía que nadie más podia ser capaz y por eso se sentía tan cómodo donde estaba, su brillo único me atrajo como si fuera algo posible, pero casi sentí lástima de que se hubiera enamorado de lo que nadie quiere, era el protagonista de una historia de amor que le hacía daño, de la cual no podía escapar, tal vez era frágil, pero siempre quería ir de fuerte y esta era la mitad de su belleza.
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